Hay muchas razones para hacerlo. Aquí tienes algunas:
1.-Digamos que no se trata simplemente de un hombre; es Cristo quien nos escucha y nos perdona a través del sacerdote.
2.- Dios mismo dio el poder a sus Apóstoles para perdonar los pecados: "A quienes les perdonen los pecados, les quedan perdonados" (Jn 20,23). Y los Apóstoles lo transmitieron a sus sucesores -los Obispos- y colaboradores -los sacerdotes-.
3.- En la confesión reconoces con valentía y sinceridad tus pecados, te acusas de ellos -para mayor humildad personal- y tienes un signo claro de que eres perdonado, pues el sacerdote dice: "Yo te absuelvo de tus pecados en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo".
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