Ciertamente, la Sagrada Escritura no nos lo dice explícitamente, pero tampoco nos habla de “su mujer” o de “su esposa”. En cambio, sí nos habla de “su Madre” y de “sus hermanos” (por ejemplo, Cfr. Mc 6,3); los Evangelios nos dicen que Jesús era “el hijo de José”, “el hijo del carpintero” (Cfr. por ejemplo: Jn 2,45; 6,42). Por supuesto, la Biblia tampoco nos habla de “los hijos del Señor”.
Por tanto, si en ella leemos datos acerca de los padres y de los hermanos de Jesús, ¿por qué no leemos nada acerca de su esposa y de sus hijos? Es evidente que no había tal esposa ni tales hijos de los cuales hablar. Luego, Jesús vivió siempre soltero, en esa condición del hombre célibe que se entrega enteramente al cumplimiento de la voluntad del Padre (hoy día se cuenta con documentación que demuestra que ya en el siglo I se vivía el celibato entre los judíos. Un ejemplo lo constituyen los esenios, también algunos de Qumran, y en la tradición de Israel, Jeremías, Moisés y el mismo predecesor del Señor: Juan Bautista).
Alguien podría pensar que quienes escribieron los Evangelios quisieron silenciar una situación comprometedora. A esta objeción respondemos que en la mentalidad del pueblo de Israel, estar casado era lo más normal y con mayor razón si se trataba de un rabino (que así consideraban a Jesús). Lo que no era normal era no casarse; y no tener descendencia era algo que consideraban un oprobio, algo vergonzoso (Cfr. Lc 1,25). Por eso, hablar de un Jesús “no casado” constituía, más bien, en aquel momento, una situación comprometedora. Sin embargo, los evangelistas no callaron esta realidad.
Frente a quienes sostienen que Jesús estuvo casado con María Magdalena y que de ella tuvo descendencia, afirmamos que se basan en documentos no históricos escritos muchos años después de los Evangelios canónicos (Mateo, Lucas, Marcos y Juan) por sectas gnósticas alejadas del verdadero cristianismo.
Jesús, pues, vivió célibe, y con su ejemplo inauguró un nuevo estilo de vida que tantos hombres y mujeres han abrazado en el mundo entero a lo largo de la historia, a través de la "virginidad por el Reino de los cielos" (Cfr. Mt 19,12).
Marvin Mundo
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