El enfrentamiento de la “comunidad gay” con la Iglesia en tres países distintos y por motivos distintos es el sustrato común de tres noticias que me han llamado la atención. Son tres episodios que muestran también la diferencia entre la “primera versión” de los hechos y una información más completa; una cuestión no secundaria, pues ya se sabe que en temas de comunicación quien da primero da dos veces: las correcciones tienen de ordinario poca visibilidad.
La primera noticia la refirió en portada el diario Washington Post: un sacerdote negó la comunión a una lesbiana en el funeral de su madre. A pesar de ser un hecho local y privado, la noticia dio la vuelta al mundo como expresión de intransigencia y crueldad. Incluso la diócesis, en vista del revuelo, se excusó y el sacerdote se convirtió en una figura cuando menos sospechosa. Lo que ocurre es que, días después, personas que estaban presentes en la ceremonia ofrecieron una versión muy distinta de los hechos. Por ejemplo, la negativa del sacerdote –que actuó en conciencia- fue tan delicada e imperceptible para los demás que la interesada recibió la comunión en otra fila de fieles. No hubo humillación pública. Por otra parte, consta que la propia interesada se presentaba públicamente como budista. Con esos datos, el escándalo se desinfla. Pero eso ya no apareció en la prensa.
La segunda se refiere a los funerales del cantante italiano Lucio Dalla, celebrados en la catedral de Bolonia. La polémica surgió cuando una periodista de la RAI calificó en directo a la Iglesia de hipócrita, pues concedía el funeral a una persona de la que se sabía que era homosexual. La condición, según ella, es: “basta que no digas que eres gay si quieres tener un funeral católico”. En esa línea de la “hipocresía” se manifestaron otros comentaristas. En este caso, la reacción crítica fue particularmente fuerte, comenzando por los amigos de Dalla, que subrayaron que el cantante nunca había hablado de su presunta homosexualidad, que nunca se había considerado gay. Si él no había querido hablar públicamente de ello, ¿qué derecho tienen los demás a hacerlo? ¿Con qué certezas? En el fondo, lo que parece que ha escandalizado a algunos es que el cantautor viviera una vida cristiana y recibiera frecuentemente los sacramentos. Y también el hecho de que la Iglesia acoja a todos.
El tercer episodio es la discusión en Gran Bretaña sobre el matrimonio gay. Teniendo en cuenta la reacción mediática a un artículo sobre el tema del cardenal O’Brady (al que nos referimos en una entrada anterior), daría la impresión de que todo el Reino Unido brama por cambiar la naturaleza del matrimonio. Pero resulta que, según un sondeo realizado por "ComRes" para "Catholic Voices", el 70 por ciento de la población está en contra de tal cambio. En este sentido, parece particularmente acertado el análisis del director de Spiked: el matrimonio gay se ha convertido en el tema con el que la élite manifiesta su superioridad ante las masas de pardillos. No hay ninguna presión social, es simplemente la piedra de toque para mostrar lo liberal y lo progresista que eres…
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