¿Anuncio demasiado atrasado?
No lo creo.
La alegría de la Pascua -del paso del Señor de la muerte a la vida, y de nuestra consiguiente redención- no se queda solamente en la Vigilia Pascual ni en el Domingo de Resurrección. Es tal la explosión de alegría, que la Iglesia nos exhorta a vivir este gozo de modo especial durante una Octava (la semana que sigue al Domingo de Resurrección), más aún, durante 50 días hasta el Domingo de Pentecostés. Por lo tanto, aún hoy y mañana, y la otra semana, y el mes siguiente inclusive, podemos seguir dando gracias a Dios por el don de Cristo resucitado y de nuestra salvación, y podemos seguir ofreciendo el caluroso saludo de "Felices Pascuas".
"Israelitas, escuchen -nos lo dice el apóstol Pedro también a nosotros-: A Jesús de Nazaret, el hombre que Dios acreditó ante ustedes realizando por su intermedio los milagros, prodigios y signos que todos conocen, a ese hombre que había sido entregado conforme al plan y a la previsión de Dios, ustedes lo hicieron morir, clavándolo en la cruz por medio de los infieles. Pero Dios lo resucitó, librándolo de las angustias de la muerte, porque no era posible que ella tuviera dominio sobre él." (Hch 2,22-24)
No lo creo.
La alegría de la Pascua -del paso del Señor de la muerte a la vida, y de nuestra consiguiente redención- no se queda solamente en la Vigilia Pascual ni en el Domingo de Resurrección. Es tal la explosión de alegría, que la Iglesia nos exhorta a vivir este gozo de modo especial durante una Octava (la semana que sigue al Domingo de Resurrección), más aún, durante 50 días hasta el Domingo de Pentecostés. Por lo tanto, aún hoy y mañana, y la otra semana, y el mes siguiente inclusive, podemos seguir dando gracias a Dios por el don de Cristo resucitado y de nuestra salvación, y podemos seguir ofreciendo el caluroso saludo de "Felices Pascuas".
"Israelitas, escuchen -nos lo dice el apóstol Pedro también a nosotros-: A Jesús de Nazaret, el hombre que Dios acreditó ante ustedes realizando por su intermedio los milagros, prodigios y signos que todos conocen, a ese hombre que había sido entregado conforme al plan y a la previsión de Dios, ustedes lo hicieron morir, clavándolo en la cruz por medio de los infieles. Pero Dios lo resucitó, librándolo de las angustias de la muerte, porque no era posible que ella tuviera dominio sobre él." (Hch 2,22-24)
M. Mundo
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