viernes, 19 de abril de 2013

Bienes y Deberes




Queridos amigos y amigas. Hoy quisiera compartir con ustedes una parte de la realidad de nuestra existencia. Ya que todos peregrinamos en esta vida, nos movemos, trabajamos, jugamos, etc. En esos quehaceres cotidianos detengámonos un poco, sentémonos y reflexionemos sobre lo que estamos realizando en nuestra vida; sólo así nos daremos cuenta que no somos los únicos seres sobre esta tierra, sino que hay otras personas con quienes nos encontramos, con necesidades y exigencias iguales o distintas a las nuestras. Por ello debemos regular nuestra conducta humana por dos llamadas distintas de la naturaleza: la nuestra (desde dentro) y la de los demás (desde fuera).

La primera llamada es a partir de nuestro propio ser. Ya que el hombre tiene necesidades primarias  (de alimentarse, dormir…) y secundarias (el vestuario, deporte…). Esto nos lleva a mirar nuestra relación con los demás. A esta dimensión de la conducta humana le llamamos “bienes”. Ahora bien ¿qué significa el concepto bien? Aristóteles lo ha definido como “lo que todos apetecen o desean”. Toda persona humana tiene este deseo, nos atraen muchas cosas; pero la elección de todo ello ha de ser a partir del uso de la capacidad de la inteligencia. Es decir, desear aquello que nos apetece con el desarrollo de nuestra inteligencia y no por nuestros instintos (que es propio de los animales). Por ejemplo: el dinero y la comida son un bien, pero el dinero no es comestible pero puede proporcionar comestible; en esa medida es un bien en relación con la inteligencia humana (lo que un animal es incapaz de captar la relación entre el dinero y la comida).

Por otro lado, está la llamada que dirigen las personas y cosas que nos rodean; con los mismos derechos, necesidades y el cuidado al igual que nosotros. Esto nos lleva a cuestionarnos e imponernos obligaciones en la vida, es decir: nuestros deberes frente a las realidades que nos rodean. Hemos dicho que los seres irracionales, solo sienten la voz de sus instintos, pero los hombres oímos también voces de los seres que nos rodean.  Le es propio del hombre sentirse obligado por esas voces. Se preguntará ¿por qué? Porque estamos dotados de inteligencia y voluntad, por lo cual, llegamos a conocer cómo son las cosas, y por eso, nos sentimos obligados a tratarlas con respeto. Por ejemplo: un hombre normal y consciente no puede comer tranquilo, mientras tiene al lado a otro hombre hambriento; sabe lo que siente y necesita, le condiciona y le obliga.

Por tanto, los bienes nos atraen y los deberes nos obligan. Para llevar a cabo hemos de formar nuestra conducta como un arte de conjugar bienes y deberes, de poner cada cosa en su sitio, de poner orden en los amores cotidianos. Una regla de oro (de doble dimensión) que nos ayuda a alcanzar nuestros bienes y a realizar nuestros deberes es: la primera en forma pasiva o neutral en la vida es no hacer a otro lo que a ti no te gustaría que te hicieran; la otra forma es activa y muy exigente, hacer a otros lo que a ti te gustaría que te hicieran. Este adagio refleja e ilumina nuestros bienes y deberes para consigo mismo y para los demás.  


Diego Mendoza D.

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