lunes, 5 de septiembre de 2011

FE Y VIDA

En su primera visita a Guatemala, el Beato Juan Pablo II recordaba que no puede haber un divorcio entre fe y vida, que no podemos ser cristianos solo en la Iglesia y al salir de ella olvidarnos que somos creyentes. La fe no es solamente un cúmulo de normas y prescripciones, ni solo un asentimiento intelectual.  La fe es un modo de vida: lo que se cree se debe vivir sin ambigüedades ni complejos porque es el mejor testimonio que podemos dar. Sin embargo, ¿en qué o en quién creemos?

Creemos en Jesucristo, su Persona, su obra y sus enseñanzas. Esto es el objeto de nuestra fe, la que debe estar bien formada y para ello tenemos el deber de conocer la doctrina y estar, de este modo, “arraigados y edificados en Cristo” viviendo según las exigencias que  ésta conlleva.

Conocer para creer, y creer para vivir.  El modo de vida es la otra cara de la moneda. Si somos hombres y mujeres de fe, nuestro actuar será congruente con ella y viviremos alegres, sin coacción alguna, pues nos anima la libertad de los hijos de Dios.  La fe va de la mano con la razón, no se contrapone a ella ni la ciega, sino que la eleva hasta el conocimiento de la verdad última.  Como jóvenes universitarios debemos dar testimonio de nuestra fe cristiana en las aulas de nuestras universidades sabiendo que somos llamados a ser luz del mundo y sal de la tierra.

Fe y vida: desde este espacio pretendemos ayudarte para que conozcas tu fe y te animes a vivir comprometido con ella.

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